domingo, 6 de septiembre de 2009

El Mundo de los Por Qué

¿Por qué no hablar un rato del Mundo de los Por Qué?
¿Por qué nadie lo hace habiendo tanto para decir?
¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?
¿Por qué nos habremos mudado al Mundo de los Porque?
¿Por qué nuestros padres nos alientan a abandonarlo?
¿Por qué digo que nuestros padres hacen eso?
¿Por qué no recordar, entonces, aquella conversación que todos hemos tenido alguna vez en aquella época que habitábamos el Mundo de los Por Qué?
- ¿Por qué los girasoles se mueven, ma?
- ¿Por qué sale el sol, ma?
- ¿Por qué, ma?
- ¿Por qué tengo que dejar de preguntar "por qué"?
- ¿Por qué te rompo las bolas, ma?
¿Por qué, después de hacer esa pregunta, no recuerdo más nada?
¿Por qué nos vamos del Mundo de los Por Qué?

Porque llega un momento en la vida que no buscamos conocer las razones, sino darlas.
Porque no buscamos asumir que hay cosas que desconocemos, porque así nos sentimos seguros, porque le tenemos miedo a volver al Mundo de los Por Qué, a menos que sea estando de visita.
Porque si lo abandonamos, es porque queríamos, sino seríamos todos psicólogos.
Porque es así, los consultorios de los psicólogos son como las embajadas del Mundo de los Por Qué y éstos los embajadores.

¿Por qué no visitar más seguido aquel mundo que Da Vinci, Einstein y tantos otros se negaban a abandonar? ¿Por qué no hacer como ellos que nos demostraron que cuanto más tiempo pases en ése, mejor será tu vida en el Mundo de los Porque?

¿Por qué no visitamos más seguido el Mundo de los Por Qué?
Porque tenemos miedo de darnos cuenta que ese mundo es mucho más interesante y nuestro mayor error fue mudarnos.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Un miércoles que se maquilló de domingo

Yo soy un hombre de principios. Como esta expresión ya no se usa, voy a explicarles básicamente qué significa. Ser "de principios" quiere decir que te importa mucho la forma en la que empezás algo, siendo el principio el momento en que se define cómo será todo.

Como decía, soy un hombre de principios y, sobretodo, en lo que a días respecta. Hoy me levanté y miré por la ventana buscando al sol que se escondió. Me alegré de no tener que salir a buscarlo, hoy no lo necesitaba realmente.

Me levanté y afronté mi reto diario, pasar del piso de madera de mi habitación al mosaico del pasillo, 22 años de lo mismo y no me acostumbro ("¡No andés en patas!" diría mi madre al verme en tal situación). Una vez superado, fui a poner agua a calentar para el mate (así aprovecho el tiempo mientras voy al baño), con el agua ya caliente, agarro el mate, busco la bombilla (que nunca entendí por qué los ponen por separado), agarro el frasco de la yerba y me encuentro con lo peor que te puede pasar un día nublado a las 8 de la mañana: estaba vacío. No les puedo explicar, sólo lo entenderán aquellos desgraciados a los que alguna vez le pasó.

Ese momento, en el que mi reflejo fue mirar el calendario y asegurarme que no sea domingo y musicalizado con un pitido constante que me decía que, encima, se me hirvió el agua, marcó el principio de mi día. Seguido por: demostrar que en esta situación y a esta hora hay un 50% más de probabilidad de equivocarte de pie al ponerte la zapatilla; que si lo único que querés es volver a tu casa, el semáforo va a cambiar cuando pongas un pie en la esquina para que tardes lo más posible; que si todas las cajas del supermercado están vacías nadie va a la rápida (incluso llegaron a hacer cola para no ir a la rápida), se ve que se acostumbraron a que siempre sea la más lenta, pero exageran; y confirmar que es verdad, que si querés volver a tu casa, el semáforo va a retrasarte lo más posible, ¡y dos veces!

Díganme que es domingo, por favor, que ya no sé en qué creer...

viernes, 14 de agosto de 2009

El ratón

Juan Pérez es un pequeño ser que va por las noches visitando a los niños mientras duermen... No, no es una denuncia policial ni una cadena para que reenvíen, él es bueno, es como el némesis del monstruo del armario (o Michael Jackson a lo sumo) , es como si éste último fuera un elefante malo (o sea, uno de los tantos que se cansó que se burlen por llegar en fiat 600 a las fiestas) y Perez, un ratón. Bueno, en realidad, sí, es un ratón en serio...

¡Momento! Si Juan Pérez es un ratón, ¿el monstruo del armario será uno de los tantos elefantes rencorosos con el mundo? ¿Será esa la verdadera razón del olor de los armarios? ¿Eso que parecía una camisa será una trompa que quedó afuera? ¿Antes de irnos a dormir tendremos que revisar abajo de la cama, adentro del armario y si hay un fitito en la puerta? Tantas preguntas y tan pocas ganas de responderlas...

Mejor, alejémonos del lado oscuro (iluminado sólo si tenés un armario con complejo de heladera o un elefante con linterna), volvamos a hablar de Juan Pérez. Él sí es bueno, se nos cae un diente, lo ponemos debajo de la almohada y él viene por la noche y nos lo cambia por plata... ¡Sí! Plata (ahí entendés de qué viven los boxeadores), es buenísimo. Y si tenés alguna duda, preguntate ¿por qué crees que los pibes que les faltan dientes sonríen igual?

Ahora, algo que me llama la atención... Nosotros tenemos dientes, nos acompañan durante toda nuestra infancia, nos ayudan a comer galletitas, masticar caramelos, morder compañeros... Tantas cosas pasamos juntos, pero cuando se caen, ¿qué es lo primero que hacemos? Los vendemos. ¿Por qué? ¿Por qué tal desprecio hacia los dientes que tanto nos ayudaron? Todo por plata, así está el país...

Recuerden, papás, si motivan a sus hijos a dejar de lado sus sentimientos y vender sus dientes, después no se extrañen que empiecen a buscar geriátrico cuando lleguen a la adolescencia...

miércoles, 12 de agosto de 2009

Contra el reloj

¿No les da bronca la dependencia que genera el reloj? A mí sí, por eso trato de alejarme de él lo más que puedo, no es fácil...

El tiempo nos invade, nos absorbe, nos succiona el alma (no sé si para tanto, pero le suma dramatismo). Pero decir que él tiene la culpa sería como culpar al domingo de ser... no, eso ya lo hice... nosotros somos culpables, lo único malo que tiene el tiempo es que está.

¿Qué necesidad? ¿Qué necesidad de esclavizarse a tres agujas? Si no tenemos oportunidad, siempre tenemos las de perder. ¿Cuáles son nuestras opciones? Ellas siempre tienen razón y nosotros somos los que nos atrasamos o nos adelantamos si no las respetamos. Y, para esto último, tienen agentes anti-disturbios para reprimirnos, ¿que quiénes son? La gente puntual.

Sí, esos amigos que tocan el timbre mirando el reloj ("faltan 15 segundos y medio para las 6, no vaya a ser que lo presione para salir y se rompa una pierna en el apuro..."), esas mujeres que si llegás tarde te reprochan y si llegás temprano creen que te olvidaste de hacer algo (tienen muchos nombres, yo las llamo "madres"), los timbres del colegio que te recuerdan que estás llegando tarde porque ya suenan como alarma (y claro, si no estás en el aula cuando sonó, ya empezás a llegar tarde)...

Encima, el sistema se complota con el tiempo... empezaron con esos relojes que funcionan bajo el agua (¿quién se fijaría en el reloj si está sumergido en el agua? la empresa se preguntó lo mismo, y es por eso que esos relojes no sirven bajo el agua), después con los relojes calculadoras, y cuando se dieron cuenta que eso ya no funcionaba, empezaron a ponerle reloj a todo (a la birome, al celular, a la computadora, a los canales de noticias). No hay salvación, vos vas caminando por la calle y si te tratás de resistir a sacar el celular para fijarte la hora, te ponés a buscar en negocios que tengan reloj; pero no cualquier reloj, si el negocio tiene más de un reloj, ninguno funciona...

Es el precio que pagamos por ser tempodependientes, aunque, ¿nos pueden culpar? ¡NO! ¿Qué oportunidad de liberarnos del tiempo tenemos si todos empezamos siendo un atraso?

Es por eso que yo voy a dejar de creer en horarios, todos deberían hacer lo mismo... Si te preguntan a qué hora llegaste, respondé "a la que quería", si te preguntan a qué hora entregaste el trabajo, respondé "justo a tiempo"...

Liberémonos de la opresión del reloj y vivamos la vida a nuestro tiempo, que así todos podremos ser puntuales.

martes, 4 de agosto de 2009

Pequeña primalidad de un martes con mate

Yo estaba tranquilo durmiendo mi martes, cuando el domingo apareció a molestar...

Estaba en la computadora, escuchando música en francés (que es mejor que el cine francés pero más aburrida que los besos), cuando dije "voy a calentar agua para los mates". Despreocupado como acostumbro, el domingo abusó de mi distracción y se manifestó en forma de agua hervida... dos veces... Como todo, la primera vez fue culpa del domingo y la segunda de mi boludez.

Se sabe que el mate es el remedio para todo, incluso para el domingo mismo. Dependiendo de su cantidad, el mate sirve para afrontar el estudio, el trabajo, la digestión, etc..

Todo, con mate pasa mejor, incluso esta tarde de martes que el domingo me trató de amargar.

Nota: Pequeña primalidad, a partir de ahora "PePe"

domingo, 2 de agosto de 2009

Las causas perdidas

Bueno, es domingo, de otra cosa no se puede hablar...

El domingo es el día de los pesimistas por excelencia (o sea, el día con menos desnudez de la semana) y eso es indiscutible. Es un día que ya lo empezás y te dan ganas de que termine, sobretodo si te pasaste de copas la noche anterior. Un domingo no puede ser bueno, no hay forma y eso que hay gente que trata...
Los optimistas, por ejemplo, le ponen su mejor cara nudista al domingo. Tratan de enfrentarlo, pero no pueden, no pueden librarse de los pequeños angelitos pesimistas que te dicen al oído "acordate que es domingo" y ahí todo se va a la mierda.
Ha habido una organización dominguera que viene de tiempos inimaginables, desde que la tierra no era redonda (o sea, cuando Phileas Fogg y Magallanes pensaban en ser campeones mundiales de dominó), que buscaba darle un sentido a ese día. Eran personas muy extrañas, unos optimistas domingueros que estaban más allá del bien y el mal, algo así como unos católicos fanáticos del fulbo y de las repeticiones. Realmente se esfuerzan por tratar de volver al domingo un buen día, incluso tanto que encontraron el Santo Grial y descubrieron el significado de la vida en el transcurso (hechos que ocultaron, dado que sucedieron un miércoles, y ese día ya es demasiado con los descuentos en cines). Pero no pueden, el domingo es un caso perdido, el domingo redondea siempre para abajo, y lo peor que expande su territorio, porque como si no le alcanzara al domingo con ser domingo, contamina con algo de domingo al resto de los días.
El domingo se mete en todo lo que puede, en el día de la primavera con forma de lluvia, en la salida de un viernes a la noche con forma de novia, en una buena película con forma de secuela; es horrible, porque aparte de ser un caso perdido, se empieza a sospechar que el domingo es maligno, y que la organización dominguera en realidad es la fachada de una secta dirigida por el anticristo (o por cuatro elefantes cansados de que la gente se ría al verlos llegar a todos lados en un fiat 600).
Definitivamente, si hay que hablar de causas perdidas, el domingo da el primer paso, al punto de que el mayor número de suicidios se registran los domingos. Incluso hay un domingo en el que se había planificado un suicidio en masa encabezado por Fogg y Magallanes tras perder en cuartos de final del mundial de dominó, que no se llevó a cabo por descubrirse que la tierra es redonda ese mismo viernes.
Pero ojo, el domingo no es la única causa perdida, sí encabeza la lista, pero hay más... la lista es eterna, los floggers, los comunistas, los impuntuales, los reality shows que mezclan en una casa a floggers y comunistas (el impuntual se quedó afuera), los que responden "yo" en el portero eléctrico, los padres, todos los reality shows junto con sus espectadores, los teletubbies, las escorpianas, los jugadores obsesivos (no aquellos que arriesgan cosas por un juego, sino aquellos con los que arriesgás tu vida si jugás, no importa que ganen o pierdan, se sacan igual)...
Hay causas perdidas por doquier, por eso es fácil encontrar una causa, el problema es que el domingo aparece con su disfraz de ley de Murphy y hace que esa causa que encontrés, no sólo no sea la que buscás, sino que ni siquiera te sirve. ¿Un ejemplo? Kurt Kobain se encontró con la música como generadora de modas, todos sabemos cómo terminó.
Por eso es que hay tantas causas perdidas, da miedo encontrarlas. Sí, se dice que en la dimensión de las causas perdidas hay una esperando por cada uno de nosotros, ¿te arriesgarías?
¿Le darías esa oportunidad que tanto busca el domingo para cagarte la vida? Yo sí, pero ya soy otra causa perdida...

jueves, 30 de julio de 2009

Lo primero

Después de horas pensando en qué boludez escribo primero, me di cuenta que el boludo era yo. Ahora muchos dirán "y claro", mi psicóloga diría "¿cómo te sentís con respecto a eso?", ¿cómo me voy a sentir? Como un boludo...
¿Por qué? Porque lo primero siempre es lo mismo, el enojo. Lo que primero le pasa a uno es enojarse, es la reacción automática, y no lo digo yo, es algo bíblico.
¿Primero fue la luz? ¡JA! Una de las mentiras de la iglesia moderna, primero fue el enojo. Porque para Dios crear la luz, primero debió pensar "la puta madre, no veo nada". Una vez hecha la luz, otra vez enojo: "¿Para qué quiero luz si no tengo nada para ver?" ¡Zas! El universo de un estornudo (eso explica cómo salió). ¿Ahora de qué se podría quejar? ¡JA! Lo mismo pensaste vos cuando te pusieron cable: "¡Wow! ¡150 canales!". No pasaron 5 días que realizó su mayor creación, algo que cambió el mundo, el primer reality show (millones de años al aire empezando a contar desde el 7º día).
El aburrimiento de Dios se terminó (al menos por ahora, atentos), pero el enojo seguía estando. ¿El primer protagonista qué hizo? Enojarse porque tenía que estar en bolas, ¿Dios que hizo? Como todo, no solucionó su problema, pero le ofreció otra cosa empezando un pequeño ping pong...
- ¡Estoy en bolas!
- Te consigo una mina.
- Genial
- Te cuesta una costilla
- Andá a cag...
- Acordate que viene en bolas
...y se creó a la mujer nomás.

Siempre es primero el enojo, pero así está bien, ¿se imaginan cómo sería el mundo si primero nos alegráramos? Un mundo sin paraguas, ni lamparita, ni electricidad, ni estufas, ni punk-rock (aunque, si lo hubiera, sería muy gracioso), ni zapatos... Todos contentos corriendo en bolas... mmmm... ahora entiendo a qué apunta el optimismo.

A partir de ahora, seré optimista... Si una mina se queja, la pongo en bolas... Si una mina grita, la pongo en bolas... Si la mina es fea, me enojaré oficialmente y chau optimismo.

Por eso digo, primero a enojarse, que así nos va bien...