Bueno, es domingo, de otra cosa no se puede hablar...
El domingo es el día de los pesimistas por excelencia (o sea, el día con menos desnudez de la semana) y eso es indiscutible. Es un día que ya lo empezás y te dan ganas de que termine, sobretodo si te pasaste de copas la noche anterior. Un domingo no puede ser bueno, no hay forma y eso que hay gente que trata...
Los optimistas, por ejemplo, le ponen su mejor cara nudista al domingo. Tratan de enfrentarlo, pero no pueden, no pueden librarse de los pequeños angelitos pesimistas que te dicen al oído "acordate que es domingo" y ahí todo se va a la mierda.
Ha habido una organización dominguera que viene de tiempos inimaginables, desde que la tierra no era redonda (o sea, cuando Phileas Fogg y Magallanes pensaban en ser campeones mundiales de dominó), que buscaba darle un sentido a ese día. Eran personas muy extrañas, unos optimistas domingueros que estaban más allá del bien y el mal, algo así como unos católicos fanáticos del fulbo y de las repeticiones. Realmente se esfuerzan por tratar de volver al domingo un buen día, incluso tanto que encontraron el Santo Grial y descubrieron el significado de la vida en el transcurso (hechos que ocultaron, dado que sucedieron un miércoles, y ese día ya es demasiado con los descuentos en cines). Pero no pueden, el domingo es un caso perdido, el domingo redondea siempre para abajo, y lo peor que expande su territorio, porque como si no le alcanzara al domingo con ser domingo, contamina con algo de domingo al resto de los días.
El domingo se mete en todo lo que puede, en el día de la primavera con forma de lluvia, en la salida de un viernes a la noche con forma de novia, en una buena película con forma de secuela; es horrible, porque aparte de ser un caso perdido, se empieza a sospechar que el domingo es maligno, y que la organización dominguera en realidad es la fachada de una secta dirigida por el anticristo (o por cuatro elefantes cansados de que la gente se ría al verlos llegar a todos lados en un fiat 600).
Definitivamente, si hay que hablar de causas perdidas, el domingo da el primer paso, al punto de que el mayor número de suicidios se registran los domingos. Incluso hay un domingo en el que se había planificado un suicidio en masa encabezado por Fogg y Magallanes tras perder en cuartos de final del mundial de dominó, que no se llevó a cabo por descubrirse que la tierra es redonda ese mismo viernes.
Pero ojo, el domingo no es la única causa perdida, sí encabeza la lista, pero hay más... la lista es eterna, los floggers, los comunistas, los impuntuales, los reality shows que mezclan en una casa a floggers y comunistas (el impuntual se quedó afuera), los que responden "yo" en el portero eléctrico, los padres, todos los reality shows junto con sus espectadores, los teletubbies, las escorpianas, los jugadores obsesivos (no aquellos que arriesgan cosas por un juego, sino aquellos con los que arriesgás tu vida si jugás, no importa que ganen o pierdan, se sacan igual)...
Hay causas perdidas por doquier, por eso es fácil encontrar una causa, el problema es que el domingo aparece con su disfraz de ley de Murphy y hace que esa causa que encontrés, no sólo no sea la que buscás, sino que ni siquiera te sirve. ¿Un ejemplo? Kurt Kobain se encontró con la música como generadora de modas, todos sabemos cómo terminó.
Por eso es que hay tantas causas perdidas, da miedo encontrarlas. Sí, se dice que en la dimensión de las causas perdidas hay una esperando por cada uno de nosotros, ¿te arriesgarías?
¿Le darías esa oportunidad que tanto busca el domingo para cagarte la vida? Yo sí, pero ya soy otra causa perdida...